Ojos ciegos by Virginia Aguilera

Ojos ciegos by Virginia Aguilera

autor:Virginia Aguilera [Aguilera, Virginia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2016-01-01T00:00:00+00:00


30

ESTABA YA MUY ENTRADA la noche, calurosa como todas y más oscura que las anteriores por acercarse la luna nueva. Candela, completamente desnuda sobre el suelo de su cuarto, no dormía. Tampoco leía ni probaba a hacer raras misturas mentales con los ingredientes de aquel puchero de personas y personajes que era Alegría. En lugar de esto, extrañamente excitada y satisfecha a un tiempo, recreaba la segunda misión encomendada por el juez Rodríguez y que acababa de completar con gran éxito. Al hacer esto su mente extraía conclusiones que parecían caminar por sí solas a través de un sendero paralelo al de su aventura.

Lo primero que se le venía a la cabeza insistentemente era la sensación de ligereza y libertad de movimientos con que se desenvolvía al calzarse las viejas alpargatas y vestirse con la áspera ropa que tanta aprensión le había ocasionado la primera vez que se la había puesto. Se sentía ágil e intrépida con su kosovorotka. Luego el corazón se le aceleraba recordando los primeros nervios cuando, a altas horas de la madrugada, con el mayor sigilo, había registrado primero y sustraído después las llaves de la despensa en el despacho del rector.

Deducción primera: las medidas de seguridad no iban dirigidas a los pobladores de Alegría. ¿Sería verdad que allí no había lugar para el crimen, o sería que otra cosa reprimía la tentación?

Después de esto, Candela había regresado a su cuarto y había descendido sin novedad hasta la plaza. En un suspiro se había desplazado de allí a la puerta de la despensa y en otro menor se había introducido en el edificio, cuidándose de cerrar la puerta detrás de ella. De ahí subió directamente a la segunda planta y tomó el libro de cargo y data. Escondida bajo una mesa para evitar que la delatara la tenue luz de la lámpara, copió las claves de los símbolos y los otros caracteres complementarios.

Deducción segunda: si aquel sistema algebraico rudimentario para analfabetos que permitía resolver operaciones sencillas estaba anotado en un librillo que escondía bajo la cama, era evidente que Elvira García deseaba calcular algo discretamente. La cuestión: ¿qué había querido averiguar la desaparecida con aquellos cálculos?

El regreso fue tan veloz y ágil como había sido el viaje de ida. Candela, nerviosa pero metódica, dedicó un tiempo a comprobar que el cajón de las llaves y todo en el despacho del rector quedara exactamente como lo había encontrado. Luego subió a su cuarto, encendió la lámpara y comenzó a transcribir las notas de Elvira García. Al poco rato todo pareció cobrar sentido. El cómputo revelaba el resultado de cuentas de varios tipos de género, en concreto sal, azafrán y otras especias caras y poco voluminosas.

Deducción última y más evidente: alguien estaba sustrayendo todo ese género sobre el que se calculaba algo, seguramente los desfases.

Candela, tras la enésima recreación mental de su aventura, se sintió alerta y sobreexcitada. Fuera por el contacto de su piel desnuda con las baldosas tibias, o efecto de su propia ansiedad, lo cierto



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